Haz del miedo de tu mejor aliado y logra lo que nunca imaginaste.
El pasado 28 de marzo viví uno de esos momentos que dejan huella en el alma. Fui invitada a impartir una conferencia titulada “Inteligencia Artificial y Docencia”, un tema que no solo me apasiona, sino que se ha convertido en uno de los ejes centrales de mi vida profesional. Pero lo que hizo a esta experiencia verdaderamente inolvidable, no fue solo el contenido, sino el escenario: el Colegio David Livingstone, en Clavería… la escuela donde cursé mi primer año de secundaria.
Volver después de 26 años fue como abrir una caja de memorias que mi corazón guardaba con cariño. Al cruzar la entrada, sentí cómo los recuerdos se desbordaban. Me vi a los 11 años, corriendo por los pasillos con la mochila colgando, llena de preguntas, energía, y sueños por cumplir. Y con ese recuerdo vino inevitablemente el de Eunice Menjívar, una de mis mejores amigas de toda la vida.
Con Eunice compartí mucho más que el salón de clases: intercambiamos secretos, travesuras y una amistad que, contra todo pronóstico, sigue firme hasta hoy. Ambas estábamos viviendo etapas personales complejas en ese entonces, y quizá, por eso nos unimos con tanta fuerza. Entre risas y escapes emocionales, desarrollamos un talento muy particular: inventar apodos “sin ton ni son”. Hoy me río de aquello, pero en su momento… más de un regaño nos llevamos, especialmente de la querida maestra Anabel, quien siempre trató de guiarnos con paciencia y firmeza.
Jamás imaginé que volvería a ese lugar, no como estudiante rebelde, sino como conferencista. Y fue ahí donde entendí que la vida tiene formas hermosas de cerrar ciclos: cuando uno vuelve transformado y con algo valioso que ofrecer.
Durante la conferencia me sentí como “pez en el agua”. Hablé con entusiasmo sobre cómo la Inteligencia Artificial puede convertirse en una gran aliada para los docentes si se utiliza con pensamiento crítico y ética. Compartí con los asistentes una frase poderosa de otra de mis grandes colegas y mejores amigas, Itzamaray García: “Sin duda alguna, la IA tiene sus bondades… pero, sí y solo sí, se usa la inteligencia humana para manipularla.”
Y cuando creí que el momento no podía ser más emotivo… pregunté por la maestra Anabel. Y cuál fue mi sorpresa al enterarme de que estaba presente entre el público, de hecho, me felicitó por mi participación. Confieso que sentí un nudo en la garganta —porque los recuerdos de mis bromas con Eunice me regresaron de golpe—, pero también experimenté una inmensa gratitud. Estaba ahí, la testigo de lo que alguna vez fui… y de en quién me he convertido.
Agradezco profundamente a la directora general, la maestra Mary Carmen, por su cálido recibimiento y por hacerme sentir tan valorada. También a Alieth Martínez ¡Gracias por confiar en mí y hacerme parte de tus proyectos!
Y gracias, Eunice, por caminar conmigo desde aquellas travesuras hasta este presente lleno de propósito. Me emociona saber que seguimos acompañándonos en cada nueva etapa de la vida.
Hoy puedo decir, con el corazón lleno, que hago lo que amo y que, a través de ello, puedo bendecir a otros.
Mi mensaje es simple, pero sincero: “Hagas lo que hagas, hazlo con pasión”.
Y si algún día desean que comparta esta pasión en otra conferencia… aquí estaré ¡Solo llámenme!
Con gusto, con gratitud, y con todo el corazón.
Mara Nieto Violín.
P.D. Si alguien quiere invitarme a dar una charla TED, avísenme.
Los TQM.