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La importancia de las clases extracurriculares

“La educación no es preparación para la vida; la educación es la vida misma” John Dewey

Hola, queridos lectores:

El día de hoy les hablaré de la importancia de las clases extracurriculares.

Como pedagoga, violinista y madre, he sido testigo de algo extraordinario: la transformación que experimentan los estudiantes cuando participan en actividades extracurriculares. No se trata solo de llenar el tiempo libre, sino de abrir puertas hacia un desarrollo integral que trasciende las calificaciones y los exámenes.

Durante mis años como profesora de violín, he observado cómo niños retraídos se convierten en personas seguras de sí mismas. He visto a estudiantes que luchaban con la concentración en matemáticas, desarrollarla a través de la disciplina que otorga la música. Estas experiencias me han convencido de que las actividades extracurriculares no son un “extra” en la educación, sino una pieza fundamental del rompecabezas formativo.

A continuación, describiré algunas habilidades o características que se desarrollan en la persona, a partir de las clases extracurriculares:

Disciplina

Recuerdo perfectamente a una de mis alumnas de violín, María José, quien llegó a mis clases con 7 años sin poder mantener la atención por más de cinco minutos. Sus padres estaban preocupados porque en la escuela tenía dificultades para seguir instrucciones y completar tareas.

Después de seis meses de clases de violín, algo mágico sucedió. María José no solo pudo concentrarse durante toda la clase de 45 minutos, sino que había desarrollado rutinas de estudio que aplicaba en todas sus materias. ¿Qué había pasado? La música le había enseñado que la disciplina es una herramienta para alcanzar sus metas.

Las actividades extracurriculares, ya sea música, deportes, teatro o ajedrez, tienen algo en común: requieren práctica constante, paciencia y perseverancia. Un niño que aprende a tocar piano entiende que no puede dominar una pieza compleja en un día. Un joven que practica fútbol comprende que mejorar su técnica requiere repetición y dedicación.

Esta disciplina, una vez internalizada, se convierte en una herramienta poderosa para toda la vida. Los estudiantes aprenden que el éxito no es casualidad, sino el resultado de esfuerzo sostenido y compromiso personal.

Autorrealización

Como alguien que ha dedicado su vida a múltiples pasiones (desde la música hasta la pedagogía, pasando por el emprendimiento) entiendo profundamente el valor de la autorrealización. Cada actividad extracurricular es una oportunidad para que los estudiantes descubran facetas de sí mismos que el aula tradicional no siempre puede revelar.

He tenido alumnos que se consideraban “malos estudiantes” porque luchaban con las matemáticas, pero que brillaban interpretando una Gavotte de Beethoven. Otros que eran callados en clase, pero que se transformaban en líderes cuando cantaban en el coro.

Las actividades extracurriculares ofrecen espacios seguros para la exploración personal. Un estudiante puede descubrir que tiene talento para la pintura, pasión por el debate o habilidad para los deportes de equipo. Estas experiencias no solo construyen autoestima, sino que ayudan a los jóvenes a formar su identidad.

Atención

En mi experiencia como violinista, he aprendido que hacer música en conjunto requiere de mucha atención. Cuando tocas en un ensamble, no solo debes dominar tu parte, sino estar constantemente al pendiente de lo que hacen tus compañeros, ajustar tu tempo, cuidar la calidad de tu sonido y responder a las señales del director.

Esta misma habilidad se desarrolla en los deportes de equipo, donde los jugadores deben estar atentos a las jugadas de sus compañeros.

La atención que se desarrolla en las actividades extracurriculares trasciende estos espacios. Los estudiantes aprenden a ser más empáticos, a comunicarse mejor y a trabajar eficazmente en equipo.

Autoestima

Una de las experiencias más hermosas que he vivido como educadora fue ver a uno de mis estudiantes, Carlos, presentarse en su primer recital. Había llegado a mis clases con una autoestima muy baja, convencido de que “no era bueno en nada”. Sus padres me contaron que constantemente se comparaba negativamente con sus hermanos académicamente exitosos.

El día del recital, Carlos interpretó “Minuet 2” de Bach. No fue una ejecución perfecta, pero fue suya. Cuando terminó y escuchó los aplausos, vi algo cambiar en sus ojos. Por primera vez, se había destacado en algo, había sido el protagonista de su propio éxito.

Las actividades extracurriculares proporcionan múltiples oportunidades para que los estudiantes experimenten el éxito en diferentes formas. No todos los niños brillan en exámenes escritos, pero algunos pueden destacar en el campo de fútbol, otros en el escenario teatral, y otros más en competencias de robótica.

Cada pequeño logro construye un ladrillo en el edificio de la autoestima. Cada presentación, cada partido, cada exhibición es una oportunidad para que los estudiantes se vean a sí mismos como capaces, talentosos y valiosos.


Queridos lectores, como educadora comprometida con el desarrollo integral de nuestros estudiantes, los invito a reflexionar sobre las oportunidades que estamos ofreciendo a nuestros niños y jóvenes.

Si son padres, consideren las actividades extracurriculares no como un gasto adicional, sino como una inversión en el futuro de sus hijos. Observen sus intereses, escuchen sus curiosidades y denles la oportunidad de explorar diferentes pasiones.

Si son educadores, busquemos formas de integrar más actividades extracurriculares en nuestras instituciones. Hagamos sinergia con colegas de diferentes disciplinas para crear programas ricos y diversos.

Y si son estudiantes leyendo esto, los animo a salir de su zona de confort. Prueben algo nuevo, participen en una actividad que los desafíe y los inspire.

Las actividades extracurriculares no son un lujo educativo, sino una necesidad formativa. Son el espacio donde los estudiantes no solo aprenden habilidades específicas, sino donde desarrollan la disciplina, la autoestima, la atención y la autorrealización que los acompañarán toda la vida.

Como dice una de mis citas favoritas de John Dewey: “La educación no es preparación para la vida; la educación es la vida misma”. Las actividades extracurriculares son vida pura, experiencias auténticas que moldean no solo lo que nuestros estudiantes saben, sino quiénes son.

Mara Nieto Violín

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