Mara Nieto Hernández Relatos y pedagogía

Hagas lo que hagas, hazlo con pasión

Todas la personas que conozco que han alcanzado el éxito con lo que hacen, lo han conseguido porque les apasiona hacerlo.

Joe Penna

Por: Mara Nieto

Una querida maestra que conocí hace un par de años, me invitó a impartir una conferencia en su escuela. Esta charla la daré el próximo mes.

Básicamente me pidió que hablara acerca de los ideales que me han impulsado a alcanzar mis metas y que mi charla fuera motivadora para estudiantes de secundaria y bachillerato. ¡Vaya encomienda!

Pues… les confieso que aún sigo puliendo los detalles de lo que voy a decir, sin embargo, desde el momento en que me hizo llegar la invitación decidí que el tema que aboradaré es ¡La pasión!

¿Por qué la pasión? Bueno, pues porque realmente todo, absolutamente todo lo que actualmente hago, lo hago con una pasión desbordante, y quien me conoce lo sabe. Reflejo pasión “a todo lo que da”.

¿Qué me apasiona? La respuesta es sencilla: me apasiona mi trabajo, la música, dar clases, mi emprendimiento, luchar por la concientización ante la discapacidad y compartir el conocimiento que la experiencia me ha regalado.

Simplemente, me apasiona ¡Ser yo misma!

Dicen por ahí que cuando haces lo que te apasiona no sientes que trabajas, y justo, así me siento cuando me dedico a alguna de mis actuales ocupaciones. Sin embargo, no siempre fue así…

Cuando fui adolescente tomé una decisión que fue poco apropiada respecto a mis estudios universitarios. Aún, a pesar de que ya estudiaba violín y ya impartía clases, estudié ingeniería en alimentos. ¿Por qué estudié esa carrera? Mi razón fue porque me gustan las matemáticas y la ciencia. La pasión nunca estuvo en la ecuación. Craso error.

No voy a negar que disfruté mucho el conocimiento obtenido durante esos años, sin embargo, siempre fue una realidad el que no era mi destino.

Una vez que me titulé como ingeniera, trabajé un par de años en una empresa de alimentos, y aunque aprendí muchas cosas, algo dentro de mí me decía que no podía quedarme ahí. No había esa “chispa”…

Mi ser interior siempre me llevó a que continuara impartiendo clases, y así lo hice. Al salir de mi trabajo de la empresa, me iba a dar clases de violín, y esas horas eran mi momento favorito del día, ya que dar clases definitivamente es mi motor…

A la edad de 26 años, cuando me di cuenta de que simplemente no podía dejar de trabajar en pro de la educación, entonces, me decidí a hacerle caso a lo que siempre me dictó mi corazón: estudiar pedagogía.

En el año 2014 ingresé a la Licenciatura que siempre quise estudiar. Debo admitir que fue una época complicada, ya que tuve que compaginar responsabilidades del trabajo y el hogar, con los estudios. Además, tuve que aprender cómo utilizar las nuevas tecnologías, debido a que toda la Licenciatura la estudié bajo la modalidad a distancia en la UNAM SUAyED. Sin embargo, puesto que me apasionaba lo nuevo que estaba aprendiendo, ¡No me costó trabajo!

Una vez que terminé mi carrera de pedagogía, descubrí que otra cosa que me apasiona es la tecnología educativa. Así que me introduje en todo ese mundo de las plataformas, las aplicaciones, e incluso, la inteligencia artificial.

Hoy en día, me dedico a mis pasiones. Y en verdad ¡No me pesa el trabajo! ¡Lo disfruto! Amo cuando doy clases, disfruto mucho cuando toco mi violín. Cuando realizo estas actividades, simplemente me siento en las nubes, me pierdo en mí misma y solamente me enfoco en lo que me encanta…

Tomar la decisión de cambiar de rumbo, fue complicado. Muchas cosas pasaron por mi cabeza cuando opté por dedicarme a la música y a la pedagogía, y no a la ingeniería en alimentos. Pero… ahora, en retrospectiva, después de 10 años, sé que hice lo correcto. Me siento plena ahora que hago lo que me mueve.

No considero que el haber estudiado ingeniería en alimentos haya sido tiempo perdido. De todo se aprende y se toma lo bueno. Hoy, gracias a que soy ingeniera puedo impartir clases de matemáticas, y como poseo conocimientos pedagógicos, lo hago con las técnicas y estrategias adecuadas para ayudar a que mis alumnos logren el aprendizaje significativo.

Si tú crees que debes de hacer cambios en tu vida, no dudes. Opta por lo que te apasiona. Probablemente encontrarás obstáculos, sin embargo, con la certeza de que estás persiguiendo tu sueño, ¡Tú puedes lograrlo! ¡No tengas miedo!

Nunca es tarde para iniciar un nuevo camino.

Los invito a leer mis entradas “Y tú ¿Ya conoces tu ikigai” y “Nunca es tarde para aprender ¡Anímate!”

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