La educación en línea no será la siguiente gran cosa: ya es la gran cosa
Donna Abernathy
Cuando la pandemia de COVID-19 llegó, millones de estudiantes se vieron obligados a adaptarse a la educación en línea sin preparación previa. Muchos, por primera vez, tomaron clases desde una pantalla sin saber cómo organizarse, investigar información o utilizar herramientas digitales más allá de lo básico. No fue raro ver a estudiantes y docentes desesperados por comprender plataformas que nunca habían usado o por intentar seguir un ritmo de aprendizaje que no estaba diseñado para ese formato.
El problema no fue solo la falta de acceso a la tecnología, sino la mentalidad con la que se enfrentó este cambio. La mayoría siguió con el mismo modelo de educación tradicional, pero ahora desde una pantalla, sin aprovechar las posibilidades que el aprendizaje digital ofrece. Así surgió la necesidad de redefinir el perfil del estudiante en línea, no como un simple receptor de información, sino como un investigador, alguien capaz de cuestionar, analizar y construir su propio conocimiento.
La diferencia entre ser estudiante y ser investigador
A lo largo de mi experiencia como estudiante y docente en línea, he notado que uno de los mayores obstáculos es que muchos alumnos solo esperan recibir respuestas, en lugar de hacer preguntas. Hace poco, en un curso de alfabetización digital, varios estudiantes se mostraban frustrados porque no encontraban información confiable para un ensayo. Cuando les pregunté si habían contrastado diferentes fuentes o utilizado bases de datos académicas, la respuesta fue un rotundo no. Lo preocupante es que esta falta de iniciativa es una de las razones principales por las que tantos alumnos abandonan sus estudios en línea.
El estudiante investigador en línea tiene una mentalidad diferente. En lugar de esperar que todo se lo den resuelto, busca, cuestiona y crea. Esto implica desarrollar:
- Competencias digitales: manejo adecuado de herramientas tecnológicas y saber diferenciar información confiable de la que no lo es.
- Pensamiento crítico: no creer todo lo que se lee en internet, sino contrastar, analizar y construir una postura propia.
- Autogestión del aprendizaje: organización, fijación de metas y disciplina para cumplirlas sin necesidad de una supervisión constante.
- Habilidades investigativas: aprender a formular preguntas relevantes y explorar diversas fuentes de conocimiento.
- Actitudes y valores clave: compromiso, responsabilidad, resiliencia, motivación y ética digital.
Cuando la falta de preparación lleva al abandono
Uno de los datos más alarmantes es que, en México, solo el 38% de los estudiantes que comienzan una licenciatura en línea logran graduarse. He visto casos de alumnos con un gran potencial que, al no saber cómo organizar su tiempo o enfrentarse a textos académicos complejos, terminan abandonando la universidad.
En la Universidad Mundo Abierto, donde imparto clases, me ha tocado trabajar con estudiantes que llegan a la educación en línea con la idea de que será más fácil que el sistema presencial. Muchos creen que basta con conectarse a las clases para aprender, pero cuando se enfrentan a tareas que requieren investigar, sintetizar y desarrollar pensamiento crítico, la frustración aparece. He tenido estudiantes que, después de algunas semanas, se sienten rebasados y piensan en dejar sus estudios. Sin embargo, cuando comienzan a recibir herramientas prácticas para organizarse y entender cómo funciona el aprendizaje en línea, la mayoría logra recuperar el ritmo y adaptarse con éxito.
Este tipo de experiencias me ha hecho confirmar que el problema no es la modalidad en sí, sino la falta de preparación previa. No basta con inscribirse a una carrera en línea; es necesario desarrollar habilidades específicas para enfrentarla.
El error de trasladar la educación tradicional a la pantalla
Durante la pandemia, muchos docentes simplemente trasladaron sus clases presenciales a la pantalla sin hacer cambios en su metodología. El resultado: alumnos aburridos, desmotivados y con poco interés en aprender.
La educación en línea no se trata de sentarse frente a una videollamada y escuchar al profesor hablar durante horas. Para que sea efectiva, debe fomentar:
- Participación activa: foros de discusión, proyectos colaborativos y actividades interactivas.
- Aprendizaje basado en la investigación: que los alumnos busquen respuestas en lugar de solo recibirlas.
- Flexibilidad y autonomía: permitir que cada estudiante organice su tiempo y ritmo de aprendizaje.
Uno de los errores más comunes es pensar que estudiar en línea es más fácil. Nada más alejado de la realidad. Si no se tiene disciplina y organización, el sistema puede volverse abrumador.
Estrategias para mejorar la experiencia en línea
Para cambiar esta realidad, es necesario adoptar estrategias que ayuden a los estudiantes a desarrollar las habilidades necesarias para el éxito en la educación a distancia.
¿Qué pueden hacer las universidades?
- Diseñar programas que fomenten la investigación y el pensamiento crítico.
- Ofrecer cursos de alfabetización digital antes de que los alumnos inicien su carrera.
- Crear espacios de apoyo para estudiantes que tengan dificultades con la modalidad en línea.
¿Qué pueden hacer los estudiantes?
- Desarrollar hábitos de investigación: no quedarse con la primera respuesta, sino contrastar fuentes y cuestionar la información.
- Aplicar técnicas de organización: usar calendarios, establecer prioridades y evitar la procrastinación.
- Adoptar una mentalidad de aprendizaje continuo: estar en constante formación y no tener miedo de probar nuevas herramientas digitales.
- Practicar la ciudadanía digital: usar la tecnología de manera ética y responsable.
Un llamado a transformar la educación en línea
La educación a distancia tiene un enorme potencial para democratizar el conocimiento y llegar a personas que, de otro modo, no podrían acceder a una formación universitaria. Sin embargo, para que esto sea una realidad, es necesario un cambio de mentalidad tanto en docentes como en estudiantes.
El reto no es solo reducir la deserción, sino formar una nueva generación de estudiantes investigadores, capaces de aprender de manera autónoma, adaptarse a las nuevas tecnologías y convertirse en creadores de conocimiento.
Si queremos que la educación en línea sea realmente efectiva, no basta con ofrecer acceso a internet o plataformas digitales. Es necesario formar a los estudiantes en el arte de la investigación, la organización y el pensamiento crítico. Solo así lograremos que esta modalidad deje de verse como una alternativa de menor calidad y se convierta en una herramienta poderosa para el futuro de la educación.